• Junto a las autoridades del centro penitenciario en el 2006 ayudo a la creación del plan de alfabetización, inaugurando la escuela y colegio.
• Desde hace 16 años apoya en el área de salud, en donde ha recibido múltiples capacitaciones en primeros auxilios, enfermería, TB…
El Progreso, Yoro. “No vamos contaminados del sistema, no son universidades de crimen o universidades de lo malo como cree la gente, trabajamos y apoyamos para demostrar que estamos rehabilitados y que no queremos hacer nada malo al reinsertarnos a la sociedad”, fueron las palabras de un privado de libertad que desde hace 24 años es parte de la población penitenciaria.
De tez clara, alto y fornido, pero con voz apacible, el interno que por errores que cometió en su vida y de los cuales esta consiente que debe purgar la pena dictada por un juez, mencionó que desde el primer día que llego al Centro Penitenciario de San Pedro Sula, Cortes (cerrado el 14 de octubre de 2017), se integró a actividades para apoyar a la población privada de libertad.
Recordó, que a menos de las 24 horas de llegar al establecimiento “se dio un amotinamiento y desde allí comencé a prestar mis servicios en el departamento ayudando a atender a los heridos”. Con el cierre del presidio Sampedrano, fue trasladado al establecimiento de la ciudad de El Progreso.
Al llegar a su nuevo hogar, de inmediato comenzó a investigar con el resto de los internos que tipo de actividades se realizaban y es así que descubrió que el lugar no contaba con una escuela ni colegio para que las personas privadas de libertad realizaran su proceso de reeducación “No se contaba con nada de eso, entones con la ayuda de las autoridades de ese momento, hicimos un plan de educación y en mismo instante lo pusimos en marcha”.
Comenzamos con el plan de alfabetización, en ese entonces solo había 250 privados de libertad y en la escuela teníamos 160 casi habíamos involucrado al 85 por ciento de la población, afirmó.
La creación de la escuela y colegio se dio entre el 2006 y 2007, como todo proyecto, empezó con alumnos recibiendo clases sobre piedras, en bloques; pero poco a poco con la ayuda de las autoridades, de la juez de Ejecución de ese entonces, se fue haciendo el proyecto, llegaron personas que nos donaron bloques para comenzar a construir y actualmente ya cuenta la escuela con su biblioteca, es un pequeño modulo pero allí está la escuela y colegio en donde se le imparten clases a un buen grupo de privados de libertad, menciono.
Colaborador de enfermería
Después de ayudar en la creación de la escuela y colegio del centro penitenciario, el interno se ofreció a apoyar en el área medica en donde se ha integrado desde hace 16 años y se desempaña como colaborados de enfermería. “Los médicos me han impartido cursos de primeros auxilios, de auxiliar de enfermería, ha venido personal de la Secretaria de Salud a capacitarme, tengo curso de control de tuberculosis, Tratamiento Acortado Estrictamente Supervisado (TAES), he aprendido a tomar la prueba de baciloscopia que es para la detección de la tuberculosis”.
Tengo bastante conocimiento en el área médica agregó, me han capacitado; y esta ha sido mi labor desde hace 16 años en este penal. He trabajado las 24 horas del día y los 365 días del año. Cuando se reporta una emergencia entre sus compañeros, él hace la evaluación primaria, todo esto bajo la supervisión de las autoridades.
Recordó que con la pandemia provocada por el virus del Covid-19 en el 2021 “apoyamos al cien por ciento, estuvimos apoyando en el área médica en su totalidad.
Apoyo familiar
Al consultarle de cómo nace el interés para apoyar en estas áreas de salud y educación, menciono que es “directamente de mi familia, a mí se me formo en mi hogar a ayudar a los demás y esto lo he puesto en práctica en prisión. Me dije, me toca hacer un tiempo en prisión, lo voy a aprovechar al máximo.
También tengo la esperanza que mi conducta y mi trabajo, tenga en algún momento una recompensa. Siempre he dicho que mi recompensa viene de parte de Dios pero también he pensado, que seria fundamental, que seria bueno, que este trabajo que el privado de libertad hace o lo hacemos sea recompensado porque es una verdadera muestra de que nos queremos rehabilitar y reinsertar nuevamente a la sociedad como personas productivas, como personas que no queremos hacer un daño, por eso es que hemos demostrado, incluso en el interior de este lugar que no tenemos pensamientos de hacerle daño a nadie, sino que al contrario es de servir y ayudar, aseguró.
Enfatizó, que la idea principal de nosotros de trabajar y ayudar aquí, es para poder reflejarle a la sociedad que no vamos contaminados del sistema, que no vamos con acciones malas, como piensa la gente afuera que estas son universidades de crimen o universidades de lo malo. No, al contrario, que se den cuenta que habemos muchos privados de libertad que nos queremos reinsertar realmente a la sociedad como buenas personas y como buenos ciudadanos.
Aptitud positiva
El interno aconsejo a sus compañeros a integrarse a los procesos de reeducación, rehabilitación y reinserción social que se desarrollan en los centros penitenciarios a nivel nacional. En primer lugar tenemos que tener claro que si se cometió el delito o no se cometió, ya estamos purgando una pena, que tenemos que tener aptitud positiva eso significa que no hemos muerto, venimos acá a pagar un error, pero pagar un error significa tomar otro tipo de aptitud, tomar conciencia y decir, vamos a trabajar porque el trabajo es fundamental en este lugar, vamos a educarnos.
(FIN)
Actualmente, en el centro penitenciario de El Progreso convive al menos 865 personas privadas de libertad, muchos de ellos elaboran manualidades o distintos trabajos. Otros estudian en Educación Básica y Media